todas las hojas son del viento
llueve en Madrid y ayer, al final de la escalera del metro se habían acumulado algunas hojas secas, igualitas a las que se juntaban en la calle Pacheco, esas que se parecen a la de la bandera de Canadá. No pude resistirme y las pisé. Sí, -me da un poco de pena- el crujido bajo mis pies y ese vientito fresco en mis hombros son una señal de que se escapa el verano. Ouch. Y yo que sigo blanca.
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