domingo, octubre 22, 2006

humedades


Llueve. Madrid se moja. Se complica. Se alegra. Porque las reservas suben y el agua se hace un poco menos escasa. Aunque nunca lo suficiente como para cepillarse los dientes sin culpa. Hay que cerrar el grifo.
Llueve y no para.
Cuando llegué ya llovía. Me acuerdo que las primeras luces de la mañana todavía se mezclaba con los faroles de la noche y lo primero que ví, desde la ventana del avión, fue nuestro propio reflejo sobre la lámina de agua que la lluvia había dejado en la pista.
También me acuerdo que, ya en el taxi, y con el sueño a cuestas, pensé que ese ruido húmedo de las gotas golpeando el piso o el rítmico sonido del limpiaparabrisas contra el vidrio mezclado con la voz grave de una radio AM me hacían sentir en casa, que eran una buena bienvenida.
Deberían. No sé. La semana se fue demasiado rápido como para estar segura. Ya es domingo y todavía cae agua del cielo.
“¡Jolín! Que parece Londres”, escucho en el bus. Asiento mentalmente y pienso que la humedad me gusta. Porque ablanda. Lo seco raspa. Y la idea de un Madrid más húmedo se me hace más amigable.
Hoy, por fin, me acordé del paraguas. A la mañana, en el Rastro, la libreta en una mano y el paraguas, la bolsa con El país y la campera, en la otra. Hago equilibrio mientras anoto lo que tendría que ser los apuntes para una nota en el diario. Pero nada es seguro. Me acuerdo de los mundos de fantasía y de lo de ciertas mentiras, de la conversación telefónica del sábado a la noche con A y lo que es acostumbrarse a divagar sola. Me gusta dar vueltas. Aunque me inquieta que, como en esos crímenes perfectos, casi siempre se de por el lado de la soledad.
Y todo esto me lleva a unas horas más adelante. A la peli. A los títulos del final. Y al ser o no ser de aquellos que esperan para levantarse de la butaca. A todas las razones que podrían existir para terminar de descartar una persona. A la peli, las clases de entrega, la intensidad de las conexiones, la intimidad de la franqueza.
Llueve. Vuelvo en el bus y pienso en alguna de estas cosas.


Y en el poder del cine.
Vayan, vean, Copying Beethoven.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola, me gusto tanto como describes la humedad que lo puedo oler...y eso que nuca he estado en Madrid.

ViC

VJ dijo...

gracias Victor! y si pasas por madrid alguna vez no te confundas: lo de la humedad y esta ciudad es cosa rara.

saludos!