miércoles, enero 31, 2007

verónica, apagá la luz...

En cuestiones medioambientales, debo aceptar que no tengo una conciencia limpia. Casi tres décadas de prácticas poco ecológicas hacen que, cada vez que me pongo a reenviar por mail una de las tantas convocatorias por un mundo más limpio y mejor, me sienta, como ayer, un poquitito hipócrita. No soy una máquina de tirar desechos tóxicos pero, como dije, tampoco estoy libre de tirar la primera piedra y eso al momento de apretar el send me pesa.

Para consuelo tengo que al menos ahora me doy cuenta. Desde hace unas temporadas he desarrollado una conciencia más o menos activa que hace que poquito a poco vaya cambiando algunos hábitos. Con el riesgo de caer en el europeismo de generaciones anteriores, temo afirmar que como tantas otras cosas, la nueva conciencia vino con Europa. Con esto no quiero decir que en la barbarie Argentina no exista una preocupación general por el medioambiente; Botnia, los cortes y toda su polémica, en el mejor de los casos, hablan de una sensibilidad verde, e incluso en el colegio y en casa –sobretodo en casa- me han repetido la importancia de reciclar y no dejar la luz prendida o el agua correr libremente. [Todavía me retumban, odiosos los reclamos de mis hermanos para que apague la luz de mi cuarto que yo, un poco por descuido pero mucho más por rebeldía “quemedejenenpazyohagoloquequiero” dejaba ineludiblemente prendida.]

Pero a pesar de ese sentir general, creo que falta el sentimiento de responsabilidad personal, digo: no existe la condena social por mezclar basura y cartón ni por dejar la manguera corriendo. Desde lo oficial tampoco hay grandes campañas de educación y en el gran Buenos Aires, por ejemplo ni siquiera hay containers diferenciados para vidrio, etc. Creo que el servicio más ecológico con el que contamos son los cartoneros. Y no lo digo con desprecio.

Me acuerdo de cuando recién llegada a Barcelona, un amigo catalán del master entró a la cocina de mi piso y al ver cómo en un único tacho convivían la cáscara de banana con el paquete de plástico de los Filipinos –mi vicio de entonces- y con el cartón de la leche, me preguntó indignado: "Pero…¿como? ¿Es que no recíclas????!!"
No, no reciclo. Ni tampoco sé cómo se hace. No fui tan sincera en la contestación pero lo cierto es que la perplejidad del catalán marcó las diferencias entre una y otra mentalidad.

Algo parecido pasa con el gasto de agua. En Madrid a muy poca gente se le ocurre darse un baño muy largo y, vaciar en invierno una pileta que está llena, no solo está prohibido sino que lo consideran un despropósito.
Claro, acá (en Madrid, digo) casi no hay agua. Y las característica de ESCASO del recurso del agua, se nota mucho más.

Supongo que con el tema del consumo la cosa es similar. Si se compara la emisión de CO2 de España con la de Argentina, aún conmigo olvidándome de apagar la luz, los españoles definitivamente tienen que sentirse más culpables. Por ende la necesidad de campañas educativas y de conductas más amigables con el medioambiente es proporcionalmente más apremiante.

No sé. Lo cierto es que acá diariamente te bombardean con información sobre los peligros del calentamiento global, y no hay publicidad que no mencione lo pro-medioambiente que es el producto que se está anunciando. Lo que implica que a la hora de elegir y comprar la gente tiene en cuenta esa variable. Una gran diferencia con nosotros argentinos que, entre otras tantas inconsciencias vivimos en verano y en invierno con un mismo horario.Porque es verdad, consumimos menos que la mayoría de los países desarrollados de Europa pero podríamos consumir mucho menos todavía. Para darnos una idea, un informe de la CEPAL estima que en Argentina se desaprovecha más del 25% del consumo total de energía. El informe cita también un par de ejemplo que ilustran más gráficamente la cuestión:

"Para alumbrado público se utilizan en el país alrededor de 2 millones de lámparas, con un consumo de anual de 2100 GWh y un gasto de US$300 millones. El uso de lámparas de sodio de alta presión permitiría disminuir aquel consumo en aproximadamente un 25%, requiriendo una inversión estimada en US$450 millones. De este modo, gran parte de las inversiones para la expansión puede financiarse a través de los ahorros de energía generados por las mismas. También en este caso se están llevando a cabo algunos proyectos demostrativos.
La iluminación residencial representa alrededor del 30% del consumo de electricidad de las familias. Las lámparas de bajo consumo insumen 4 a 5 veces menos energía, además de tener una vida útil 8 a 10 veces mayor. El reemplazo requeriría una inversión adicional de US$525 millones (incluyendo la reposición de las lámparas quemadas) en 10 años, con ahorros energéticos para los usuarios de US$3500 millones en el mismo plazo.



Una de las barreras para lograr un consumo eficiente de la energía, es según este informe, la falta de información.

"Los consumidores finales de energía tienen poca o ninguna información acerca de los costos y beneficios de las tecnologías y de los servicios que permite mejorar la eficiencia energética. 'En el caso de Argentina no sólo dista de ser un tema de conocimiento común sino que ni siquiera se le da énfasis en las carreras universitarias de formación profesional vinculada. La falta de conciencia se amplifica por la falta de datos técnicos acerca del rendimiento energético de los diferentes equipos de utilización'".



En fin, lo que quiero decir es que disponer de este tipo de información debería ser una obligación ética. Todos deberíamos saber cómo hacer y qué no hacer para tener hábitos más ecológicos. En ese sentido, Inglaterra o más precisamente los lectores de The Guardian tienen una joyita que es la seccion Ethical Living del diario. Toda un apartado dedicado a la conciencia medioambiental, que en principio me llevó a escribir esta chorrada de post. ¿Es ético llevar reflejos en el pelo? o un educativo test que permite calcular nuestra propia emisión de CO2, ejemplos de lo que se puede encontrar.

nota para el hermano menor de la familia: no confundamos la diferencia entre uso eficiente de la energía y morir congelado en casa, apoyo bajar unos grados la calefacción pero mantengamos las ventanas cerradas!

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